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Roberto Sanz

En el sexo hay que ser un poco egoísta, para dar placer al otro a través de nuestro propio disfrute, pero no se puede ser tacaño ni con la mirada, ni con los besos, ni con las caricias, ni con las palabras, ni con los piropos, ni con la capacidad de escuchar o de interpretar las señales que emite nuestro compañero. Así, una velada sensual puede empezar con una copa de buen vino, una música inspiradora, unas miradas sugerentes, unas sonrisas cómplices y una buena conversación, el resto se deja para la imaginación y la espontaneidad.

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