La gran verdad incómoda no es el cambio climático, eso es tan sólo el rojo escandaloso de la sangre de la herida planetaria.
La verdad incómoda es reconocer que hay límites para nuestro comportamiento como civilización. Que hay límites para nuestra capacidad de consumir alimentos, bienes e incluso información. También hay límites para nuestra capacidad de ser felices, porque la vida no es una fuente de placer infinito.
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